LOS JUDÍOS EN EL REINO DE LEÓN (JUDERÍAS Y JUDÍOS DE LEÓN EN LA EDAD MEDIA II)

07 noviembre, 2012

Sólo empezamos a tener evidencias escritas de la presencia de judíos en los reinos cristianos a partir del s. X, pero ya tenía que haber una población judía apreciable desde mucho antes.  En el año 939 Ramiro II envió a un judío llamado Baruj al visir y caíd de Abderramán III, Ahmad ibn Muhammad ibn Ilyas, para solicitar una tregua después de la gran victoria leonesa de la Batalla de Simancas. También se conservan testimonios de algunos judíos andalusíes exiliados en los reinos cristianos que se quejan de la apariencia y del comportamiento de sus habitantes, a los que comparan con bárbaros. Fue el caso de Mosés ibn Ezra, que vivió a caballo entre el s. XI y el XII, y no parecía muy conforme con el cambio que le supuso su destierro de al-Ándalus:

[El tiempo] me ha hecho rodar hacia una tierra en la que
se han apagado las luces de mi inteligencia.
Los astros de mi mente se han oscurecido con las tinieblas de los de ciencia balbuciente y de habla incomprensible.
Llegué a un territorio de maldad, a un pueblo con el que Dios
está airado y a quien todo lo que existe maldice.
Entre asnos salvajes que aman al malvado, pero
acechan para derramar la sangre del que es recto e íntegro.

Por desgracia no sabemos en qué reino cristiano se refugió ibn Ezra, aunque todo hace suponer que fue en algún rincón del reino de León (¿Castilla?¿León?¿Asturias?¿Galicia?). En cualquier caso, es de suponer que su imagen negativa habría sido la misma fuese el reino que fuese, pues sin duda suponía un cambio a peor respecto al culto y refinado al-Ándalus.

Ibn Saprut, Sancho y Toda (por El Juan Pérez)
En cualquier caso, una de las primeras referencias a judíos en el reino de León la tenemos en la historia del rey Sancho I “El Craso”(956-966), que fue destronado en el año 958 por su excesiva gordura. Para volver a ponerlo en el trono su abuela, doña Toda, viajó con él a Córdoba, donde le atendió el embajador y médico de Abderramán III, el judío Hasday ibn Saprut. Este médico se empleó a fondo y consiguió que Sancho adelgazase a base de una dieta de hierbas, por lo que pudo volver a “folgar” con mujeres y montar a caballo, así que volvió a León y recuperó el reino en el 960.

Los reyes leoneses recibieron a los judíos con los brazos abiertos, como fue el caso de Alfonso VI, que en 1090 les otorgó un fuero llamado “carta inter Christianos et Iudaeos”, en el que les otorgaba los mismos derechos que a los cristianos. Este mismo rey tuvo como médico y consejero favorito al judío Yosef ben Ferruciel, alias “Cidiello” (“el señorito”). Un poema de la época decía:

“Cuando los grandes y el rey se reúnen en consejo, todos asienten ante Yosef, espejo de su gloria”

Durante el tormentoso reinado de Urraca I (1109-1126) hubo persecuciones contra judíos en varias villas, siempre con la finalidad de robar y saquear sus bienes. En León sabemos que una de estas matanzas tuvo lugar en Cea, porque nada más comenzar su reinado Alfonso VII concedió un perdón general a sus habitantes, ya que los judíos asesinados dependían directamente de la monarquía leonesa. 

A pesar de este indulto contra sus perseguidores, Alfonso VII  “El Emperador” mantuvo muy buenas  relaciones con los judíos del reino: de hecho uno llegó a ser chambelán en su corte. Se trataba de Judah ben Joseph ibn Ezra, que era familiar del Mosés ibn Ezra que mencionamos anteriormente (el del poema). De hecho, Judah fue nombrado comandante de la fortaleza de Calatrava después de su conquista por las tropas leonesas en 1147. Influyó en Alfonso VII para acoger a los judíos perseguidos por los almohades y los estableció en Carrión, Frómista, Palencia y otros lugares, fundando nuevas aljamas cuando no existían anteriormente. 

Hay discusión sobre si los reyes leoneses aceptaron judíos entre sus tropas, aunque como veremos algunos por lo menos desempeñaron funciones defensivas en varias de las ciudades donde habitaron.

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