ALFONSO VI DE LEÓN

28 diciembre, 2012

Fernando I y Sancha I en su diurnal. El personaje del centro
puede ser Pedro, el escribano, o Fructuoso, el iluminador
No conocemos con exactitud la fecha de nacimiento de Alfonso, aunque tradicionalmente se sitúa entre 1040 y 1047. En todo caso todo apunta a que fue el segundo hijo varón fruto del matrimonio entre Sancha, infanta de León, y Fernando, el conde de Castilla hijo de Sancho Garcés III de Pamplona. Sus padres se vieron alzados al trono leonés con la muerte del rey Vermudo III en 1037, y llevaron al reino a una de sus cimas. Es cierto que la situación era muy favorable, pues al-Ándalus se había fragmentado en todo un mosaico de pequeños estados independientes llamados “taifas”. Los reyes de las taifas comenzaron a pagar a los reyes leoneses importantes tributos en oro llamados “parias” sencillamente para poder seguir existiendo, pues la supremacía militar y política de León era incontestable. Además, las taifas guerreaban entre sí con frecuencia, y en ocasiones uno de los bandos acudía ante Fernando I para pedirle ayuda militar a cambio de dinero. Todo ello produjo que el reino leonés se enriqueciera a costa de los pequeños estados musulmanes y que, curiosamente, con el dinero que le pagaban pudiera equipar mejores y más grandes ejércitos con los que aumentar todavía más su poderío. Fernando I aprovechó su superioridad militar y tomó varias ciudades del norte de Portugal.

Expansión del reino de León durante el reinado de Fernando I (1037-1065).
Sancha y Fernando entablaron relaciones de amistad y alianza con la abadía francesa de Cluny, y llegaron a hacerse socios de ella. Este monasterio era el más prestigioso e influyente de toda Europa, ya que de él había partido la reforma para que la orden de los benedictinos recuperara su pureza. Los monarcas de los principales reinos europeos se asociaron con Cluny, pero los reyes leoneses lo hicieron con mayor entusiasmo que los demás: se comprometieron a pagar a la abadía 1000 dinares de oro al año, lo que constituía una auténtica fortuna (más de 4 kgs. del preciado metal amarillo). La abadía fue tan importante que su arte y su estilo constructivo fue imitado en toda Europa occidental: casi todos los monasterios e iglesias de la época fueron construidos siguiendo su estilo, incluyendo a San Isidoro y su Panteón, que fueron erigidos por Fernando y Sancha para albergar los restos del santo sevillano y de los reyes leoneses, respectivamente. 

La real pareja tuvo dos hijas, Elvira y Urraca, pero también tres hijos varones: Sancho, Alfonso y García, lo que complicaba la sucesión. Antes de morir, Fernando decidió dividir el reino de León entre estos tres últimos: a Sancho, que aunque era el mayor era el que tenía un carácter más brutal, le dio Castilla; a Alfonso, que según todas las crónicas era el hijo favorito, le otorgó la parte más grande, León, con la capital; y a García, que tenía fama de no ser muy inteligente, Galicia.  Con esta división cada uno de los hijos también recibía las parias o tributos de una o varias taifas: así, Sancho percibiría las de la taifa de Zaragoza, Alfonso las de la riquísima Toledo, y García las de Badajoz y Sevilla.

Al final de su vida Fernando I centró sus esfuerzos en conquistar Valencia, ya que haciéndose con esa plaza lograría partir en dos a al-Ándalus. Derrotó al ejército que defendía la ciudad, pero cuando se disponía a entrar se sintió mortalmente enfermo y decidió regresar a León para morir en compañía de los suyos. Corría el año 1065, pero a pesar de la división del reino mientras vivió la reina doña Sancha  las relaciones entre los tres hermanos fueron pacíficas. Alfonso se coronó en su capital sin ningún tipo de problemas a principios de 1066, convirtiéndose así en el sexto rey de León con ese nombre. Sancho, por su parte, fue el primer rey de Castilla y trató de ampliar su reino por el Este, enfrentándose a sus primos, los reyes de Pamplona y Aragón, aunque no consiguió recuperar los antiguos límites del condado castellano. García mientras tanto tuvo que hacer frente a levantamientos de nobles en Galicia y en Portugal, lo que le mantuvo bastante ocupado y a la vez lo debilitó considerablemente.

División del reino de León a la muerte de Fernando I (1065)
Pero todo cambió entre los hermanos cuando su madre Sancha murió en 1067: envidiando sobre todo a Alfonso, el ambicioso Sancho comenzó a maniobrar para apoderarse de los otros dos reinos. Movilizó a sus tropas y se enfrentó al rey de León en Llantada, pero el resultado de la batalla fue muy dudoso, por lo que las cosas quedaron como estaban. Sin embargo, engañando a García logró apoderarse de Galicia, desterrando después a su hermano al reino taifa de Sevilla.

Entre las filas castellanas empezó a destacar un guerrero llamado Rodrigo Díaz, que con el tiempo sería conocido como “el Cid”. Sancho le dio cada vez más protagonismo, y lo convirtió en su hombre de confianza.

En 1072 Sancho y Alfonso decidieron jugarse el todo por el todo en una batalla en el campo de Golpejera, cerca de Carrión de los Condes. Venció el ejército leonés, pero Alfonso VI ordenó a sus tropas que no persiguieran a los derrotados castellanos para evitar un mayor derramamiento de sangre. Mientras huían el Cid  aconsejó a Sancho que no aceptara su derrota, y que volviera al campo de batalla y atacara al ejército leonés al amanecer, cuando todos estuvieran dormidos en sus tiendas. Así lo hizo el rey castellano, reuniendo como pudo los restos de sus tropas, y venciendo de una forma poco honrosa. Alfonso quedó prisionero de su hermano, quien se coronó como Sancho II en León en torno al 12 de enero de 1072. Había logrado reunificar los territorios gobernados por su padre y sus antepasados, pero su entronización no fue bien recibida y hubo descontento entre la nobleza leonesa. Mientras tanto, tras pasar un corto periodo en una cárcel de Burgos, Alfonso fue finalmente desterrado al reino taifa de Toledo, regido por su tributario y amigo al-Mamún.

Bellido Dolfos, por Alejandro Fernández Giraldo.
Sancho II supo que su reinado no iba a ser fácil desde el principio, ya que en octubre de ese mismo año 1072 un grupo de nobles leoneses se levantó en su contra en la ciudad de Zamora. El rey sitió la ciudad y la cercó, ya que la fortaleza de sus murallas y de sus defensas naturales hacían impensable un ataque frontal. Un día, uno de los caballeros que estaba dentro de Zamora, llamado Bellido Dolfos, vio a Sancho paseando por su campamento. Rápidamente ideó un plan: pidió el caballo más rápido de la ciudad y se puso de acuerdo con un grupo de zamoranos para que le abrieran las  puertas de la muralla. Hecho esto, salió a toda velocidad equipado tan sólo con una lanza, penetró en el campamento enemigo, y atravesó a Sancho de parte a parte. Sorprendidos ante esta audaz incursión, los castellanos tardaron unos instantes en reaccionar. Bellido aprovechó ese tiempo y regresó a Zamora a galope tendido, donde fue recibido por los suyos. Esta es la versión que nos transmite la Crónica Silense, que es la más cercana temporalmente a los hechos. Sin embargo, es mucho más famosa la versión transmitida por la castellana Crónica Najerense (escrita más de un siglo después de los acontecimientos), según la cual Bellido se hizo pasar por un desertor de Zamora que, tras conseguir hacerse amigo de Sancho, lo asesinó a traición y por la espalda. Esta versión fue recogida y ampliada por los cantares de gesta castellanos del siglo XIII, que están plagados de errores históricos. En cualquier caso, la muerte de su rey supuso un cambio drástico para el reino: nadie dudó ni por un momento que el sucesor había de ser Alfonso, quien regresó de Toledo y volvió a gobernar sobre el mismo territorio de sus padres Fernando I y doña Sancha. Tras seis años como reinos independientes, Castilla y Galicia volvieron a la órbita leonesa. García regresó desde Sevilla, tal vez con la idea de recuperar su reino, pero Alfonso lo hizo prisionero y lo encarceló en el castillo de Luna, que era la fortaleza donde se custodiaba el tesoro real.

Como muestra de fuerza, en 1076 Alfonso invadió zonas pertenecientes al reino de Pamplona, anexionando al reino leonés los territorios de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y La Bureba. Aprovechando su superioridad militar Alfonso VI sometió al sistema del pago de parias a la mayoría de los estados de Taifas peninsulares casi sin arriesgar sus tropas, demostrando así que León era la principal potencia de toda la Hispania del momento. Con el tiempo llegó a hacerse con ciudades tan importantes como Lisboa, Sintra y Santarem. Los demás reyes y condes cristianos de la Península se convirtieron en sus vasallos, pidiéndole que actuara como árbitro en sus disputas y aceptando sus decisiones.

Uno de los caballeros más destacados de la corte leonesa fue Rodrigo Díaz, el Cid. A pesar de ser un guerrero inigualable cometió varios errores y torpezas e incumplió sus obligaciones, lo que ofendió a Alfonso de tal forma que acabó expulsándolo del reino en 1081. El Cid acabó sirviendo a los musulmanes al entrar al servicio de los reyes taifas de Zaragoza, y no regresó a su reino natal en mucho tiempo.

En el año 1085 Alfonso VI consiguió el mayor de los logros de la Reconquista: tomar Toledo, que siglos antes había sido la  capital de la Península unificada por los visigodos. Esta conquista tenía un gran valor simbólico, y el rey leonés  así lo entendió: en sus documentos generalizó el uso del título de Emperador de todas las Hispanias (“Imperator totius Hispaniae”), como forma de demostrar su superioridad sobre los demás reyes peninsulares. Además, extendió la frontera sur hasta el río Tajo, lo que produjo la impresión de que el fin de la Reconquista estaba cercano. Al caer Toledo el desánimo cundió entre los musulmanes, tal y como nos cuenta Abd Allah, el rey de Granada de por aquel entonces:

“La noticia de lo sucedido en esta ciudad tuvo en todo al-Andalus una enorme repercusión, llenó de espanto a los andaluces y les quitó la menor esperanza de poder seguir habitando en la Península”.

Tras esta conquista nada parecía poder frenar la expansión del reino de León. Pero esta impresión duró poco: en el año 1086 apareció un nuevo poder en la Península Ibérica con la llegada de los almorávides al mando del emir Yusuf Ibn Tasufin. Los almorávides eran una especie de integristas  monjes-soldado musulmanes que habían creado un enorme imperio en el noroeste de África. Alarmados por la toma de Toledo, acudieron para llevar la Yihad o “Guerra Santa” contra el reino de León, y junto a tropas de las taifas derrotaron a Alfonso VI en Sagrajas, cerca de Badajoz. En esa batalla el propio rey cristiano fue gravemente herido en un muslo, si bien pudo huir con la mayor parte de sus tropas.

Una vez pasada la euforia de la victoria, los almorávides comprobaron que el primer enemigo que debían vencer era la división y corrupción moral de los reinos de taifas, ya que sus reyes apenas cumplían los preceptos del Islam, y al estar tan divididos eran un objetivo más fácil para las naciones cristianas. Debido a ello los recién llegados fueron invadiendo todas las taifas (Málaga, Córdoba, Sevilla, Badajoz...) destronando a sus señores. Por primera vez desde los tiempos de Almanzor, al-Ándalus volvió a estar reunificado. Aprovechando este empuje lograron retomar varias de las plazas conquistadas por Alfonso VI, como Lisboa, aunque su objetivo principal siempre fue Toledo. Cercaron y trataron de tomar la ciudad en varias ocasiones, pero no lo consiguieron a pesar de sus esfuerzos.

El reino de León ante las invasiones almorávides.
El Cid regresó al lado de Alfonso en cuanto tuvo noticia de la invasión almorávide, y se unió a sus tropas para tratar de repeler ese peligro. Sin embargo, no tardó en desobedecer al rey de nuevo, por lo que fue desterrado. Una vez más Rodrigo pasó al servicio de señores musulmanes, luchando como mercenario. Con el tiempo actuó por su cuenta, y en ocasiones contra el reino de León, como cuando en 1092, sin motivo aparente, entró a sangre y fuego en La Rioja. Logró tomar la ciudad de Valencia y toda su taifa en el año 1094, convirtiéndose así en una especie de poder independiente en la Hispania de la época, como si fuera un señor de la guerra. Esto duró poco tiempo, porque volvió a reconciliarse con el rey leonés, quien le envió refuerzos. Rodrigo falleció en 1099, quedando a cargo de la ciudad Jimena, su viuda, pero ella y sus hombres sólo pudieron resistir dos años frente a los almorávides a pesar de los auxilios que les envió el rey. El propio Alfonso acudió a Valencia en la primavera de 1102, pero cuando comprobó la imposibilidad de mantener la plaza frente a los nuevos ejércitos almorávides que habían cruzado el Estrecho en 1101, organizó la retirada y prendió fuego a la ciudad.

A lo largo de todo su reinado, Alfonso VI promovió la circulación de gentes e ideas entre Hispania y el resto de Europa. Para ello impulsó firmemente el Camino de Santiago, construyendo y reparando puentes, hospitales y calzadas a su paso por el reino. Buscó la amistad de los monjes de Cluny, el monasterio francés y europeo más poderoso de la época, y colocó a muchos monjes y nobles franceses en los puestos más importantes del reino, e incluso casó a sus hijas Urraca y Teresa con dos de estos últimos. Fue conocido en toda Europa como rey de Hispania, y aunque trató de que el papado lo reconociera como emperador, no lo consiguió.

En su afán de “europeizar” a su reino, Alfonso VI cambió la liturgia por la que se celebraban las misas y demás celebraciones cristianas. Hasta ese momento, tanto en León como en el resto de reinos cristianos de la Península se seguía el llamado “rito hispánico”, mientras que en el resto de la cristiandad occidental se usaba el rito romano. El primer rey hispano en pasarse a este último fue  Sancho Ramírez de Aragón en 1071, y Alfonso, tras muchas dificultades y resistencias internas, lo impuso en León a partir del año 1080. Además, también impulsó un cambio en el tipo de escritura utilizada para los documentos: se abandonó la letra visigótica utilizada hasta entonces, y se empezó a utilizar la llamada “letra francesa” o carolina, más parecida a la que usamos hoy en día.

Con la invasión almorávide dejó de fluir hacia León el oro de las parias, por lo que Alfonso se vio obligado a acuñar su propia moneda, siendo el primer monarca leonés en hacerlo. 

Dinero de Alfonso VI con leyenda +ANFVS REX | +LEO CIVITAS
La influencia francesa también se dejó sentir en los matrimonios de Alfonso VI: de sus cinco esposas, al menos cuatro provenían del país vecino. Ninguna de ellas pudo darle un heredero varón, ya que sólo tuvieron hijas. Tuvo mejor suerte con la mora Zaida, una de sus amantes, con quien tuvo a Sancho, llamado a heredar el reino.

Tras la invasión almorávide, Alfonso mantuvo varias batallas durante el resto de su reinado, y las victorias se alternaron con las derrotas. El rey leonés siguió realizando incursiones en territorio enemigo, y en una de ellas llegó hasta las playas de Tarifa, en pleno Estrecho de Gibraltar. Allí, en un gesto cargado de simbolismo, se internó en el agua con su caballo y arengó a sus tropas, pues era el primer rey cristiano en llegar tan al sur desde el año 711. Además consiguió impedir en todas las ocasiones el principal objetivo de los almorávides, que consistía en reconquistar Toledo. Siguiendo la estrategia de su padre Fernando I trató de partir en dos al-Ándalus con la construcción en 1086 de un castillo en Aledo, en Murcia: desde allí los soldados leoneses organizaron partidas de saqueo que castigaron esa parte de la Hispania musulmana. Pero también sufrió derrotas muy importantes: tras resistir varios asedios, Aledo cayó en 1092, aunque la derrota más decisiva fue la de Uclés (1108), donde murió Sancho, el joven príncipe heredero. Triste y amargado, Alfonso VI murió al año siguiente y fue sepultado en su amado monasterio benedictino de Sahagún. Heredó la corona su hija Urraca, que había enviudado recientemente de su marido Raimundo de Borgoña, con quien había tenido un hijo al que llamaron Alfonso Raimúndez (el futuro Alfonso VII).

Alfonso VI ha tenido que sufrir “mala prensa” por sus desavenencias con el Cid. Si nos atenemos a las crónicas y documentos de la época, fue el caballero castellano el culpable de estos conflictos debido a su belicosidad y nula visión política, e incluso debido a su desmedida ambición. El enfoque comenzó a variar cuando Castilla logró constituirse como reino independiente ya de forma definitiva en la segunda mitad del siglo XII y principios del XIII: en ese momento los juglares castellanos comienzan a forjar los famosos cantares de gesta, en los que, casi siempre sin base histórica, se idealiza todo lo referente a Castilla: por ejemplo, los Jueces de Castilla (que ni siquiera existieron), Fernán González (que en el “mundo real” nunca logró la independencia de Castilla), y el propio Cid. Todos hemos visto en la escuela fragmentos del archiconocido “Cantar del Mío Cid”, ignorando que está lleno de anacronismos y falsedades de todo tipo: baste señalar, como simple ejemplo, que las hijas aparecen como Doña Elvira y Doña Sol, cuando sabemos que se llamaban María y Cristina. Alfonso X “el Sabio” (1252-1284), que era en parte descendiente del Cid, introdujo en sus famosas Crónicas todo este material antihistórico por razones “familiares”, y porque le venía muy bien para crear un héroe a la medida de la Castilla a la que pretendía endiosar. Estas Crónicas fueron las primeras redactadas en castellano, lo que favoreció que eruditos de toda la geografía española pudieran leerlas (y creer lo que contenían). Más recientemente, otro de los responsables de la mitificación del Cid y de la mala imagen de Alfonso VI fue el historiador y filólogo Ramón Menéndez Pidal (1869-1968): su obsesión por Rodrigo Díaz fue tan grande que tituló a una de sus obras más monumentales “La España del Cid”, como si éste personaje fuese la medida de todas las cosas en su época. Sus estudios elevaron casi hasta lo sagrado la categoría literaria de los cantares cidianos (y hay que reconocer que calidad literaria no les falta), y ésa es la razón de que aparezcan en todos los libros de texto de Lengua y Literatura de nuestra época.

Toda esta información la podéis ampliar si leéis mi libro "Alfonso VI de León y su reino". En principio está agotado, pero puede encontrarse en muchas bibliotecas de todo el país. 

EL VÍNCULO LEONÉS (CXXIII): LA ESCUELA DEL NEGRILLÓN

19 diciembre, 2012

No es la primera ocasión en la que en el programa tratamos acerca de un blog de Boñar (en su día ya apareció por aquí "Boñar: donde más corre el agua"), ni probablemente será la última. Ayer hablamos sobre "La Escuela del Negrillón", de Pedro Caballero Rodríguez. El autor es profesor jubilado de Filosofía, y como revela en el subtítulo del blog, es boñarés, aunque no de "nacencia", pero sí de "pacencia" /= de PACER/. Y continúa: "Pretendo evocar aquí, sin acritud ni tópicos sobados,a las personas, lugares y otras hierbas de la VILLA DEL NEGRILLÓN (convertido hoy en el "esqueleto de un gigante")”.

La Escuela del Negrillón existe desde mayo de 2011, y fue un regalo de parte de su hijo. Es un blog muy activo, ya que cuenta con más de 140 artículos (la mayoría de este último año). Ya son más de 52000 las páginas leídas por los internautas, y tiene 32 seguidores en Google. 

Las primeras entradas tuvieron un carácter retrospectivo, como  “A ti, ganadero”, en la que Pedro recuperaba una poema que compuso en 1983 con motivo de la inauguración del monumento al ganadero. En “El nombre de la plaza” recuperaba un artículo suyo de 1980 felicitando al ayuntamiento por cambiar el nombre de la plaza de “Calvo Sotelo” a “Plaza del Negrillón”. 

Con el tiempo el autor ha ido diversificando los posts y así por ejemplo tenemos la serie "¿A qué jugamos hoy? Juegos infantiles", en os que analiza un buen puñado de tradicionales juegos de la infancia (canicas, peonza, etc.)

El blog dispone de una sección con las entradas más populares. Entre estas yo destacaría la titulada "Los apodos cariñosos", que se convirtió en todo un exitazo al recopilar los principales apodos de Boñar. Una muestra de este éxito son los 44 comentarios que tiene. 

Como decía, hay entradas de todo tipo: poemas, obras corales (como la titulada "Alborada", con partitura y todo), la feria del Pilar, el otoño en Boñar, las Navidades,  etc. Uno de los posts más leídos es el dedicado al escultor Manuel Díez Rollán, así como la que analiza el extraño desarrollo que tuvo una exposición sobre este escultor en fechas recientes.

Podéis descargaros la entrevista en este enlace


EL VÍNCULO LEONÉS (CXXII): BALONCESTO Y MUCHO MÁS

11 diciembre, 2012

En el programa de esta semana hemos entrevistado a un viejo conocido de Radio León, ya que Félix Alonso García, autor del blog "Baloncesto y mucho más", fue comentarista de baloncesto en esta radio durante muchos años. 

Como dice Félix en el blog, “en otra vida fui entrenador de baloncesto, ahora me he pasado al lado oscuro y represento jugadores”: lo dice porque en el mundillo del baloncesto los representantes tienen mala fama. Él ha sido jugador y entrenador (en sitios muy lejanos, como EEUU, Melilla, Menorca...) , así que sabe de qué habla, aunque desde luego ahora evita los clichés negativos de su trabajo. 

El subtítulo del blog ya nos avanza sus intenciones: “Un rincón desde donde hablar no sólo de baloncesto, si no sobre otras muchas cosas del día a día de nuestras vidas. En estos tiempos que transcurren tan vertiginosamente, un momento para la reflexión”. Lo abrió el 6 de julio de 2010, y Félix en ese año fue muy activo, escribiendo nada menos que 106 entradas. En la actualidad el ritmo ha bajado, pero en total lleva algo más de 150. Cuenta con 44 seguidores de Google, que no está nada mal.

El primer post, tal y como manda la tradición bloguera, fue un saludo al mundo. La segunda (“Malos tiempos para la lírica”) fue sobre la crisis en el baloncesto: desapariciones de equipos, de renuncias a salir en la categoría que por méritos correspondía, de clubes que están asfixiados por las deudas... Por desgracia, esa tendencia no ha hecho más que empeorar desde entonces. 

Allá en 2010 Félix defendió al entrenador Del Bosque en los comienzos del Mundial de Sudáfrica ante los ataques que recibía en la prensa española: el tiempo, como todos sabemos, le dio la razón. 

En "Baloncesto y mucho más" el autor hace honor al nombre del blog, y habla de baloncesto, de fútbol, de ciclismo... pero también de sus vacaciones, de sus amigos, etc. Últimamente parece que predominan las entradas de tipo “social”: “El poder de la red” (hasta el Papa participa en las redes sociales), “Va a ser verdad que no hay pan para tanto chorizo”, “Ignoramos el poder y la capacidad que tenemos”, “En venta”, “Basta ya” (stop desahucios) Pero Félix también se atreve con relatos, como “Cuando llega la noche”. Un blog muy completo, en suma.

Podéis descargar la entrevista en mp3 en este enlace.


EL PLANCTUS POR LA MUERTE DE FERNANDO II DE LEÓN

06 diciembre, 2012

El "planctus" o "planto" medieval es una elegía o poema de lamento de tipo culto en el que el poeta llora la pérdida de algo o alguien muy querido. Para ser cantados existían tanto en versión monofónica como polifónica.

El tema del "planctus" casi siempre estaba sacado de la Biblia, de manera que los dedicados a personajes medievales son casi una rareza, y mucho más si van acompañados por notación musical. Una notable excepción la constituye el llamado "Códice de Florencia", cuyo verdadero nombre es "Pluteus 29.1" de la Biblioteca Mediceo-Laurenziana, y cuyo contenido lo adscribe a la Escuela de Notre Dame de París. Este códice ha sido datado a mediados del siglo XIII, y con sus 1023 composiciones distribuidas en once fascículos constituye una  monumental obra recopilatoria de la citada Escuela, ya que muchas de las composiciones son de tiempos anteriores a la elaboración del manuscrito.

"Sol Eclypsim Patitur"

Los "planctus" dedicados a personajes medievales son ocho y se encuentran en el décimo fascículo del códice. Cronológicamente abarcan desde 1181 ("planctus" dedicado a Enrique I "El Liberal", conde de Champagne) hasta 1223 o 1252 (no hay acuerdo sobre esto último, como veremos). Todos están dedicados a personajes vinculados con Francia de una u otra manera, salvo el titulado "Sol eclypsim patitur", que llora la memoria del rey Fernando de Hispania. Tradicionalmente se ha identificado a este rey con Fernando II de León (1157-1188), aunque algunos musicólogos se inclinan por Fernando III (rey común de Castilla y de León de 1230 a 1252).

Folio 451 del Pluteus 29.1 con el planctus "Sol eclypsim patitur"

Éste es el texto original en latín del planctus:

Sol eclypsim patitur
ex mortis objectu.
mundi lux extinguitur
solis in defectu
in celum sol justitie
raptus dum terras deserit.
orbem nube tristitie
solis occasus operit.

Dum Fernandus hyspanie.
laus. decus. apex glorie.
sol virtutum. fons gratie.
qui regum sceptrum tenuit
quem nec potestas domuit.
nec Martis horror terruit.
heu mortis virgo subditur.
sed mors in morte moritur.
dum mors in vitam vertitur.
dum pro superno bravio.
imo mutata solio
in regis regum regia
stola fulget rex regia. 

Y ésta es la traducción que he realizado al español (que si no me equivoco es la primera que existe): el orden de las palabras puede parecer un poco extraño, pero se debe a que he querido respetar la organización original de los versos:

El sol sufre un eclipse/ por la oposición de la muerte./ La luz del mundo se desvanece/ en el eclipse del sol./ El sol de la justicia en el cielo,/ es raptado mientras abandona la tierra, /al mundo en una nube de aflicción/ cubriendo durante el ocaso.

Cuando Fernando de Hispania/ alabanza y honra, cima de la gloria,/ sol de virtudes, fuente de gracia,/ quien ostentaba el cetro regio,/ a quien ningún poder domó,/ ni asustaba el horror de Marte, /ay, ha sido sometido al yugo de la muerte. /Pero la muerte muere en la muerte/ cuando la muerte se vuelve vida,/ cuando por el premio celestial,/ verdaderamente cambia el trono./ En el palacio del Rey de Reyes,/ el rey brilla con el manto regio.

El poema consta de dos estrofas de diferente longitud, con una clara mayoría de versos octosílabos a partir de la cuarta línea. La primera estrofa compara la muerte de la que va a hablar con un eclipse, y la segunda ya se dedica a glosar al rey Fernando. Musicológicamente es una pieza interesantísima, porque emplea una forma de notación diferente al resto de los planctus del códice. Leslye Anne Taylor aventura que puede deberse a que fue escrito por un clérigo hispano.

La canción se puede escuchar en parte (y comprar entera) en Amazon.es, ya que forma parte del disco "Ultima Lacrima" de Gerard Le Vot.



¿Fernando II o Fernando III?

Sobre el debate acerca de si "Fernandus hyspanie" es Fernando II o Fernando III, hay división de opiniones: Gordon Athol Anderson, Gérard Le Vot y otros musicólogos lo han identificado desde antiguo como Fernando II de León, mientras que Janthia Yearley y Leslye Anne Taylor optan por Fernando III.  

"Fernandus hispanie"

Resulta llamativa la palabra "hyspanie", porque en el caso de los dos reyes todavía existían varios reinos cristianos en la Península. Sin embargo, de los dos el único que empleó tal título fue Fernando II, ya que durante su reinado, y a semejanza de su padre Alfonso VII el Emperador, el reino de León se impuso a los demás (no olvidemos que capturó al rey de Portugal, se apoderó de Toledo, etc., etc.) Este rey leonés, consciente de su superioridad, incluía la leyenda "Signum Fernandi regis Hispanorum (o Hispaniarum)" en todos sus privilegios rodados a partir de 1160, cosa que nunca hizo Fernando III. 

Eclipses

Como ya hemos dicho, la primera estrofa de "Sol eclypsim patitur" parece describir un eclipse de sol para usarlo como figura poética comparándolo con la desaparición del rey. Es posible que el autor del poema hubiera contemplado ese fenómeno astronómico en fechas próximas a la muerte del rey, pero si consultamos las listas históricas de eclipses veremos que hay un candidato para cada monarca: en el caso de Fernando II, hubo un eclipse solar casi total observable desde Francia el 4 de septiembre de 1187 (y el rey leonés falleció el 22 de enero de 1188). En el caso de Fernando III, se produjo un eclipse parcial (bastante menor que el anterior) el 16 de octubre de 1251 (y Fernando murió el 30 de mayo de 1252). 

Los eclipses en la Edad Media eran considerados augurios para algunos acontecimientos (como en los momentos previos a la batalla de Simancas) y a menudo se consideraban anuncios de la muerte de un monarca. Como he dicho, fue un eclipse más intenso (y más fácilmente observable a simple vista) el de Fernando II, pero el de Fernando III tiene a su favor que tuvo lugar por la tarde ("al mundo en una nube de aflicción/ cubriendo durante el ocaso"). Así que, al tener sendos eclipses previos a la muerte de ambos monarcas, no podemos usar este fenómeno astronómico como elemento decisivo. Es una pena, porque sí que sirve en el caso del planctus "Anglia planctus itera", en honor de Godofredo, hijo de Enrique II de Inglaterra, donde también se usa la imagen poética del eclipse, precisamente porque según las crónicas (y las listas de eclipses lo confirman) se produjo uno de estos eventos cuatro meses antes de su fallecimiento (año 1186).  

¿Orden cronológico?

El orden de los planctus dentro del Códice de Florencia tampoco nos da ninguna pista, porque no sigue un orden cronológico:

  1. 1."Omnis in lacrimas" (folio 415) es de 1181.
  2. 2."Anglia planctus itera" (ff. 421-422) es de 1186.
  3. 3."Eclypsim passus totiens" (f.429) es de 1197.
  4. 4."Turmas arment christicolas" (f.431) es de 1192.
  5. 5."O mors que mordes omnia" (f.448) es de 1223.
  6. 6."Sol eclypsim patitur" (f. 451) es de 1188 ó 1252.
  7. 7."Iherusalem iherusalem" (f. 484) es de 1197 ó 1198.
  8. 8."Alabaustrum frangitur" (f. 486) es de 1223.
Como se puede apreciar, hay saltos hacia adelante y hacia atrás en el tiempo. Si "Sol eclypsim patitur" estuviera dedicado a Fernando II, estaría dentro del intervalo de fechas 1181-1223 marcado por el resto de las obras. Si se refiriera a Fernando III marcaría la fecha más tardía de todos los planctus (1252), estando separado casi tres décadas del anterior.  


Conclusiones

En conclusión: no podemos afirmar a ciencia cierta si este planctus está dedicado Fernando II o a Fernando III. Personalmente me decanto por la primera opción por la mencionada intitulación hispánica del rey leonés, lo que nos llevaría a plantearnos la existencia de toda una serie de poetas cultos en la corte de Fernando II. Esta hipótesis no tiene nada de arriesgada, ya que sabemos que pasaron por ella algunos de los trovadores más importantes de la época

BIBLIOGRAFÍA:


-DREVES, G. M. Analecta Hymnica Medii Aevi. T XX: Cantiones et muteti. Leipzig, 1895.

-GONZÁLEZ OVIES, A. Poesía Funeraria Latina: (Renacimiento Carolingio). Universidad de Oviedo, 1995.

-LE VOT, G. Réalités et figures : la plainte, la joie et la colère dans le chant aux XIIe-XIIIe siècles. EN: Cahiers de civilisation médiévale. 46e année (n°184), Octobre-décembre 2003. pp. 353-380.

-TAYLOR, L. A.: The eight monophonic political planctus of the Florence Manuscript. The University of British Columbia, 1992.

-VVAA Alfonso IX y su época. A Coruña, 2008.

-http://teca.bmlonline.it/ImageViewer/servlet/ImageViewer?idr=TECA0000342136#page/842/mode/1up

NOTA: Se me ocurrió iniciar esta pequeña investigación a raíz de un comentario que me dejó Xandru en el artículo "La prehistoria del 'boom' literario leonés"

EL VÍNCULO LEONÉS (CXXI): PATACOSMIA

04 diciembre, 2012

El blog de hoy, "Patacosmia", trata de literatura. Y ello se debe a que su autor, Óscar M. Prieto (quien afirma que ya se ha olvidado de lo que significa la M), es escritor. Óscar fue profesor de Filosofía Política, y en la actualidad es el coordinador de Relaciones Internacionales de la Universidad Rey Juan Carlos. 

Tal y como nos contó, la filosofía ya tiene su reflejo en "Patacosmia" desde el propio nombre del título (que en origen fue "Metacosmia"). Óscar lo abrió en 2006 para dar rienda suelta a su creatividad, ya que como escritor de novelas ve que esta labor le constriñe mucho y necesitaba un medio más "ligero". Una parte muy importante de Patacosmia son las fotografías, casi todas de Rafael Rodríguez Palacio, y que muchas veces le sirven a Óscar para inspirarle sus posts. 

Los artículos son muy variados: abundan los de corte filosófico, pero casi siempre con un toque de humor. Por el blog desfilan Heráclito, Parménides, Baruch Spinoza, etc. También hay temas leoneses: Óscar es un riberano de Benavides de Órbigo, y está muy orgulloso de ello. Una entrada en este sentido es la titulada "La Batalla", sobre la confrontación que tuvo lugar entre visigodos y suevos en el Órbigo en el año 456. 

Últimamente abundan las entradas y las referencias a "Love is a Game", su última novela, que ha tenido repercusión a nivel nacional, y que además ha sido traducida al italiano.

Podéis descargaros la entrevista en este enlace.

La prehistoria del ‘boom’ literario leonés: colaboración en el Diario de León

03 diciembre, 2012

Os copio un artículo de Emilio Gancedo publicado este domingo en la revista "Filandón" del Diario de León, en el que colaboré activamente. Mi aportación trató sobre los primeros cronistas leoneses. A ver si os gusta...

La prehistoria del ‘boom’ literario leonés

Una ‘lista de la compra’, un peregrinaje asombroso y crónicas regias, entre los primeros textos de esta tierra. desde una monja que en el siglo IV recorrió 14.000 kilómetros a un obispo que no dudaba en entrar en combate, la historia de los primeros autores leoneses es tan desconocida como atrayente.



Quien diga que las letras son cosa alejada por completo de lo prosaico y lo alimenticio anda bien errado si de lo que se trata es de rastrear los más antiguos vestigios de la literatura en tierras leonesas: de hecho, el primer texto de que se dispone —o al menos el que más celebridad ha alcanzado— nada tiene de retórico y sí mucho de humilde y cotidiano: la famosa Nodicia de kesos no es sino una especie de ‘lista de la compra’ en la que un monje dejó escritos los quesos que se llevaban gastados en su monasterio, el de los monjes Justo y Pastor de Rozuela, cerca de Ardón. Los expertos han datado entre 974 y 980 este garrapateo en un latín ya tan popular y desfigurado que no puede considerarse tal, y sí una especie de ‘protorromance’, de lengua a caballo entre el latín y el leonés, anterior incluso a las muy famosas glosas Silenses y Emilianenses que se estudian en todos los colegios. De hecho, en este antiquísimo texto aparece un término popular aún muy usado en esta tierra, bacelare, o sea, ‘barcillar’ o ‘bacillar’ (viña, viña nueva). Esto es, que el primer escritor (¿sería mejor decir escribidor?) de quien tenemos noticia palmaria es Jimeno y esto es lo que legó a la posteridad como uno de los iniciadores de la tan alabada tradición literaria leonesa:

«Relación de los quesos que gastó el hermano Jimeno: en el trabajo de los frailes, en las viñas de cerca de San Justo, cinco quesos. En el otro del abad, dos quesos. En el que pusieron este año, cuatro quesos. En el de Castrillo, uno. En la viña mayor, dos (...), que llevaron en fonsado a la torre, dos. Que llevaron a Cea cuando hicieron la mesa, dos. Dos que llevaron a León (...), otro que lleva el sobrino de Gomi (...), cuatro que gastaron cuando el rey vino a Rozuela. Uno cuando Salvador vino aquí».

El modesto Jimeno encarna la prehistoria de la literatura leonesa romance (sea en leonés o en castellano), pero otro personaje aún más fascinante —por el hecho de ser mujer, y mujer que cubrió enormes distancias en un asombroso peregrinar que luego fijó en un libro— es Egeria, autora nada menos que del siglo IV cuyo nacimiento permanece aún envuelto en brumas pero que varios expertos han situado en el Bierzo (es necesario recordar, en la disputa con Galicia, que en aquel entonces el término Gallaecia incluía no sólo la vecina Comunidad sino también gran parte de Asturias y León). Así, se sabe que Egeria o Etheria visitó los Santos Lugares (Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia, Asia Menor y Constantinopla), en un viaje emprendido entre 381 y 384 y que recogió sus impresiones en el Itinerarium ad Loca Sancta, obra empleada incluso como guía por el gran detallismo de sus apuntes. Esta audaz monja o abadesa, la primera gran viajera española, cubrió cerca de 14.000 kilómetros y su testimonio, documento excepcional en la historia de la literatura, salió a la luz en 1884, cuando Gian Francesco Gamurrini lo descubrió entre varios documentos de la Biblioteca de la Fraternidad de Santa María de Arezzo, procedentes de Montecassino. Es de notar que en el siglo VII el abad Valerio envió una Carta a los monjes del Bierzo en la que alababa la labor de Egeria.

¿Y después? De los nacidos en esta tierra habría que referirse a los cronistas del Reino de León, tan desconocidos para el gran público como de labor vital para aquel antiguo Estado. «Sampiro es el primer cronista leonés cuyo nombre conocemos —cuenta el historiador Ricardo Chao—. No sabemos prácticamente nada sobre su vida, salvo que fue notario real de Vermudo II y mayordomo del rey Alfonso V, y que fue nombrado obispo de Astorga desde 1035 hasta su muerte en 1041». Sampiro escribió una crónica en la que trataba el reinado de Alfonso III (866-910), el último de Asturias, y los tiempos de los primeros reyes propiamente leoneses hasta Alfonso V. «Como es lógico, Sampiro refleja de manera complaciente a los monarcas a los que sirvió, aunque su crónica es muy importante al transmitirnos información de primera mano sobre ellos», informa el autor de El encargo del rey.

En cambio, se conocen más detalles de la vida de Lucas de Tuy, clérigo leonés que desarrolló la mayor parte de su actividad intelectual en la primera mitad del siglo XIII, y que recibió el apelativo ‘de Tuy’ o ‘Tudense’ cuando fue nombrado obispo de esa ciudad. «Lucas fue un consumado viajero, ya que visitó lugares tan alejados como Roma, Jerusalén, Armenia o Grecia —comenta—. Se considera que su obra Chronicon Mundi fue una de las primeras ‘crónicas oficiales’ en la historia de Hispania, ya que le fue encargada en torno a 1236 por Berenguela de Castilla, la ex mujer de Alfonso IX que fue la verdadera artífice de la unión de las coronas leonesa y castellana en 1230. Berenguela y su hijo Fernando III seguramente pretendían que Lucas refundiese crónicas anteriores junto a cantares de gesta y romances castellanos para dar un punto de vista castellanista de la historia hispana. Sin embargo, no lo hizo así: debido tal vez a su condición de leonés, el Tudense se inspiró en las crónicas ya conocidas, pero también en obras leonesas hoy perdidas. El resultado no debió complacer a sus señores, ya que se apresuraron a encargar otra crónica a Rodrigo Jiménez de Rada, que los satisfizo con su De Rebus Hispaniae».

Otros cronistas aún más desconocidos son Pedro, obispo de León entre 1087 y 1111, que compuso una crónica sobre su coetáneo Alfonso VI hoy perdida («tal vez por reflejar un punto de vista leonés», apunta Chao) o Alón, obispo de Astorga de 1122 a 1131, posible padre de la Crónica Silense y del Cronicón Compostelano. Por su parte, Arnaldo, obispo de Astorga de 1144 a 1152, es el autor más probable de la Chronica Adefonsi Imperatoris, contemporánea a los tiempos que narra —el reinado de Alfonso VII el Emperador— y de gran calidad literaria. «Arnaldo fue uno de esos obispos a la vez políticos y guerreros, y de hecho participó en la toma de Almería», recuerda Chao.

Otro gran hito de la literatura medieval es el Libro de Alexandre, atribuido a Juan Lorenzo de Astorga (finales del siglo XIII, principios del XIV). O bien fue el autor de esta gran obra que narra la vida de Alejandro Magno o bien lo copió introduciendo multitud de rasgos de su lengua materna, el leonés. «De su vida sólo conocemos su nombre, porque firmó con él en el colofón, pero esta firma y su forma de escribir demuestran que en la Edad Media existieron obras literarias en leonés —asegura Ricardo Chao—, que no se han conservado al ser sustituida esta lengua por el castellano, interrumpiéndose la transmisión en forma de copias que podrían haber llegado hasta nuestros días».

«Como puede comprobarse, es un hecho que conocemos muy pocos nombres de escritores y cronistas medievales leoneses —concluye el historiador—. Tenemos pistas de que, por el camino, se han perdido muchas obras, algo que es común a la Edad Media de toda Europa, pero en el caso de León se añade que la subida al trono de Fernando III supuso también la entronización de la lengua y la literatura castellanas, y desde el poder se promovieron toda una serie de obras con el fin de construir una historia nueva y mitificada. Todavía queda mucho por investigar y quizá puedan llegar las sorpresas, pero la realidad es que muchas de estas obras leonesas se perdieron para siempre y que el nombre de sus autores también cayó en el olvido».

"EL ENCARGO DEL REY" EN ZAMORA

02 diciembre, 2012

Este pasado jueves 29 de noviembre tuvimos el privilegio de presentar nuestro libro "El Encargo del Rey" en Zamora, la Joya del Duero. El acto tuvo lugar a las 20:30 horas en  el Salón de Actos de Caja España - Duero, y fue gestionado por Carmen Ferreras dentro del Club de la Opinión. A pesar de tener que competir con otros dos eventos culturales, hubo bastante gente, y la experiencia fue muy positiva. Carmen estuvo amabilísima, y me presentó de una forma tan elegante y completa que se me subieron los colores. 

Además de explicar cómo surgió la idea y cómo se fue creando el libro, aproveché la ocasión para hacer un somero repaso de algunos episodios de la historia de Zamora en relación con el reino de León. Me detuve especialmente en los acontecimientos del Cerco, y destaqué especialmente la manipulación de la Historia tanto de Zamora como del resto del Reino que tuvo lugar desde tiempos de Fernando III y Alfonso X. Y es que esta manipulación fue tan grande que se ha llegado a extremos en los que la ciudad del Duero dedicó colegios, hoteles, etc. a Sancho II, uno de sus más formidables enemigos. 

En cualquier caso, os dejo la entrevista que me hicieron en el periódico La Opinión de Zamora. No estoy muy de acuerdo con el titular, pero seguramente se debe a que no me supe explicar del todo. Cuando se habla de "bávaros", en realidad me refería a "bárbaros", pero la cobertura no fue buena en esos momentos. 

«Crear un sentimiento castellano-leonés es imposible porque no hay historia común»

«Los grupos culturales hacen una gran labor de manera callada para recuperar la lengua y folclore leoneses» 


B. BLANCO GARCÍA
«El encargo del rey. La crónica perdida del reino de León», el último libro del historiador Ricardo Chao presentado en el foro del periódico pretende dar la «auténtica» visión de lo que significó el reino de León a lo largo de más de trescientos años.

-¿Qué ha querido aportar con esta última obra?

-El libro intenta ser un resumen de la historia del reino de León, que está olvidada a pesar de su importancia. Siempre quise hacer una obra divulgativa y para que fuera más accesible a los jóvenes se divide en una parte novelada y otra histórica, como dos libros en uno.

-¿Cómo ha conseguido esa unión?

-El libro lo protagoniza el monje fray Martino, a quien el rey Alfonso IX le encarga hacer una crónica general del reino de León. Vive todo un periplo por el territorio, sus monasterios y sus archivos, recabando información. Le van pasando mil aventuras y con ese preámbulo de novela se presenta la historia, empezando por los astures y siguiendo con los bávaros, suevos y visigodos, para terminar con el reino de León propiamente dicho.

-¿En qué época finaliza?

-Acaba en 1230 con la unión de los reinos de León y Castilla, pero también dispusimos un episodio final explicando lo que fue el reino de León después de ese año, porque siguió existiendo.

-En el libro hay un capítulo con Zamora como protagonista.

-Una de las partes noveladas transcurre por tierras zamoranas. Fray Martino recorre Tábara y otros monasterios y al final reside unos días en la ciudad para consultar los archivos de la Catedral, se encuentra con el rey? pasa algunas aventuras aquí.

-¿Cuáles han sido sus fuentes?

-Como medievalista, he intentado ceñirme a las fuentes primarias, a las crónicas y documentos de la época. En ellas se transmite una historia muy diferente de la que tienen los cantares de gesta castellanos, que son los que nos meten al final en los libros de texto como si fueran palabra de dios. Pero son cantares de trovadores con más de dos siglos de distancia de los hechos y creados además para cantar al reino castellano que estaba comenzando a ser pujante.

-¿Se minusvalora la historia del reino de León?

-No se valora en absoluto, solo hay que mirar los libros de texto. Soy profesor y sé que al reino de León se le dedican cuatro líneas contadas. El resto del espacio es para personajes míticos de Castilla, ya sea Fernán González como forjador de la independencia de Castilla o el Cid, pero siempre usando su dimensión de leyenda en vez de su verdadero personaje histórico, que era muy diferente. Al reino de León se le ningunea, cuando realmente desde que nace en 910 hasta 1230 pasan tres siglos y más de 20 reyes. Además, de ahí surge el reino de Portugal y el de Castilla pero por desgracia los niños de León, Zamora y Salamanca no lo pueden saber.

-¿Se apoya esta nueva visión desde las instituciones?

-Hay algunos ayuntamientos que sí lo han hecho, sobre todo en 2010, en el 1.100 aniversario del nacimiento del reino de León. Pero a un nivel superior de las instituciones el interés es más bien limitado.

-¿Qué opina de los grupos culturales que luchan por ensalzar este sentimiento?

-Algunos están volcados en el tema lingüístico, que también es importante. En Zamora, por ejemplo, la asociación Furmiento está haciendo una gran labor, como otras de otras provincias, a menudo de manera callada, recuperando el folclore. Hay gente interesada en el tema pero siempre tirando de iniciativas privadas, como el propio caso de este libro.

-¿La gente de Castilla y León ganaría en algo si tuviera un mayor sentimiento de arraigo, como ocurre en otras comunidades autónomas?

-El problema de Castilla y León es que es una comunidad autónoma dúplice. Crear un hilo de la nada, un sentimiento, como se está intentando hacer con la Fundación Villalar, derrochando un montón de dinero para construir una historia común que muchas veces ni siquiera existió es imposible, por mucho dinero que invierta la Junta de Castilla y León.

-¿Hay alguna solución?

-Lo que se tendría que haber hecho desde un principio, sin sentir vergüenza, es fomentar la idea de que esta comunidad autónoma está compuesta por dos regiones históricas diferentes y a partir de ahí enseñar el pasado de las dos. Sin embargo, se ha optado por pasar una apisonadora y hablar solo de la historia de Castilla como si fuera la historia común.

Foto: Javier de la Fuente